domingo, 22 de julio de 2018

Estudio elemental del Levante










No soy un fotógrafo que haga una reflexión previa sobre lo que hago. Voy improvisando muchísimo, y si acaso hay una parte racional en el proceso es al final, que es cuando voy tomando decisiones. Son las propias fotografías las que me dicen lo qué tengo que contar. Tomo notas. Esas notas son mis interpretaciones, y esas imágenes van destilando un discurso. Me muevo mucho por símbolos locales y clichés. Me sirven como la excusa narrativa. El azar y el encuentro es fundamental en mi obra. 





















Uno no es consciente muchas veces de su intención. Al final la autoría no es más que una toma de decisiones. En esas decisiones muchas veces hay una respuesta accidental, pero también emocional. El fotógrafo se pasa toda la vida detrás de una foto que al final no existe, pero se la imagina. ¿Y qué definiría esa buena fotografía?: Lo maravilloso de la fotografía es la falta de un manual de cómo hacerla. Para mí una buena fotografía es aquella que no se puede definir. La fotografía tiene unas dificultades de comunicación que no tiene la palabra y en esas dificultades está la virtud.
















Fotos y texto:
Ricardo Cases






No hay comentarios: