Apenas cierras los ojos, la aventura del sueño comienza. A la penumbra conocida de la buhardilla, volumen oscuro cortado por detalles, donde tu memoria identifica sin esfuerzo los caminos que has recorrido mil veces, trazándolos de nuevo a partir del cuadrado opaco de la ventana, resucitando el lavabo a partir de un reflejo, la estantería a partir de la sombra un poco más clara de un libro, precisando la masa más negra de la ropa colgada, sucede, tras un cierto tiempo, un espacio bidimensional, como un cuadro sin límites ciertos que formará un ángulo muy pequeño con el plano de tus ojos, como si reposase, no del todo perpendicularmente, sobre el puente de tu nariz, cuadro que, en principio, puede parecerte uniformemente gris, o más bien neutro, sin colores ni formas...
Foto:
cuentosprescindibles.blogspot.com
Texto:
Georges Perec
Un hombre que duerme
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