jueves, 29 de abril de 2010

Lago Maggiore







Rimbaud a su hermana Isabelle

... Me encuentro en un valle hermosísimo que me llevará a través del lago Maggiore y la vieja Italia. He dormido en el corazón del Tressin, en una granja solitaria en la que rumiaba una vaca en los huesos que aceptó cederme un poco de su paja...





Foto:
Gigi Bona


Texto:
Arthur Rimbaud

Prometo ser bueno: cartas completas




martes, 27 de abril de 2010

Corte de café







VII

Aquel siembra café con sus manos rugosas.
Ese poda el café con sus ásperas manos.
Otro corta el café con manos primitivas.
Manos iguales despulpan el café.
Alguien lava el café
y se hiere las manos.
Otro cuida el café mientras se seca
y se secan sus manos.
Otro más va a molerlo
y a molerse las manos.
Después lo beberemos.
Exquisito
y amargo.




Foto:
Timothy Fadek


Poema:
Efraín Bartolomé



viernes, 23 de abril de 2010

El libro







Me gusta que la poesía sea la voz interior,
la voz que nadie oye,
la voz de la persona que la lee.
Así el yo se vuelve tú,
el tú se transforma en yo y
del acto de leer nace el nosotros
que sólo existe en ese momento íntimo
y pleno de la lectura.



Foto:
educastur.es


Poema:
José Emilio Pacheco
  



jueves, 22 de abril de 2010

La tierra










Fotos:
Norbert Rosing





miércoles, 21 de abril de 2010

La dolce vita









Fotos:
William Klein




martes, 20 de abril de 2010

La réalité






La photographie est, fondamentalement, un procedé honnête.

Elle montre impitoyablement la réalité.
Elle ne ment que quand le photographe l'oblige à mentir.




Photo et texte:
Daniel Masclet




viernes, 16 de abril de 2010

Acción artística






No me interesa el arte que es estética de la apariencia,
sino la acción artística que toca 
y cambia la vida de la gente.




Foto:
Luca Franzi



Texto:
Antonio Presti




jueves, 15 de abril de 2010

Niños




Foto:
Dora Maar






Foto:
Alfred Eisenstaedt





miércoles, 14 de abril de 2010

Presos estamos todos






Bien se podría decir que presos estamos todos, quien más, quien menos. Los que están en las cárceles y los que estamos afuera. ¿Están libres los presos de la necesidad, obligados a vivir para trabajar porque no pueden darse el lujo de trabajar para vivir? ¿Y los presos de la desesperación, que no tienen trabajo ni lo tendrán, condenados a malvivir a los zarpazos? Y los presos del miedo, ¿estamos libres? ¿No estamos todos presos del miedo? Todos enrejados: ya hay plazas públicas rodeadas de rejas en algunas ciudades latinoamericanas, y están enrejadas las casas de todos los que tenemos algo que perder, aunque sea poco, aunque sea nada; yo he visto rejas hasta en algunos ranchos de lata y madera de los suburbios pobres. Los de arriba y los del medio y los de abajo: en sociedades obligadas al sálvese quien pueda, aterrorizadas por los manotazos de sus náufragos, estamos todos presos: los vigilantes y los vigilados, los elegidos y los parias.



Foto:
Adriana Lestido


Texto:
Eduardo Galeano 



 

lunes, 12 de abril de 2010

Las voces del tejado








Phineas está sentado en el tejado número diecisiete. A su lado, en una bandeja, dos manzanas asadas. Phineas lleva todos los días dos manzanas asadas al tejado.
No es un tejado grande: un niño de diez años no necesitaría más de veinte pasos. Es perfecto para estar sentado, tiene partes con muy poca inclinación. Debajo hay una curiosa casa de tres pisos, comienzos del siglo XX. Es el tejado número diecisiete de acuerdo con la numeración de la estación de trenes.

Todos y cada uno de los tejados se identifican con un número propio, pero no hay ninguna relación entre el número del edificio y el del tejado. De hecho, algunos edificios pueden llegar a tener cuatro y cinco tejados. Phineas aparece cada día en el tejado número diecisiete una hora después de comer.





Foto:
J. Benito



Texto:
Unai Elorriaga
Londres es de cartón


 

jueves, 8 de abril de 2010

Elogio del olvido








¿A qué grabar un nombre en las paredes,
manchar con torpes trazos la blancura
deslumbrante, impoluta, de la nada?
¿A qué este vano empeño de ir dejando señales,
de escribir en la arena, a resguardo del viento,
las triviales miserias que conforman tu vida?
Sobre las tercas líneas que dibujan un rostro
ha de pasar la mano piadosa de los años
borrando letras, sílabas, palabras sin sentido.
El papel en que escribes volverá a estar en blanco.
¿Y habrá dicha mayor que no haber sido?




Foto:
Mario Giacomelli
 

Poema:
Jose Luis García Martin






martes, 6 de abril de 2010

El santuario en ruinas







Lo primero que me contó el ingeniero Hiram Solar, al que todos llamábamos Harry por su extraordinario parecido con el cantante norteamericano Harry Belafonte (tanta era su similitud física que podrían haber pasado por gemelos), es que nunca antes de ese momento de la huida había visto La Habana desde el mar, aunque inmediatamente la reconociera en la oscuridad de la noche.
Antes de continuar hablando, se pasó con suavidad la palma de la mano por la cara para limpiarse el sudor que le mojaba desde la frente la piel brillante de su rostro. era uno de los gestos genuinos de Hiram Solar, un reflejo para coger resuello y ganar un breve espacio de silencio en la tensión del relato. Tras desviar por un instante su mirada hacia la calle desde el fondp del Sloppy Joe's, siguió contándome su escapada.
Jamás había tenido Harry Solar ocasión de regresar a la Isla en barco, porque siempre lo había hecho por avión, directamente desde Moscú, desde Madrid, alguna vez desde París o Terranova y por último desde Luanda, en convoy aéreo bajo supervisión militar. Tampoco tuvo nunca el privilegio de una excursión en yate, un paseo por el mar a pocas millas por delante de La Habana, lujo que se había destinado durante todos esos años exclusivamente a ciertos invitados oficiales, a determinados personajes del gobierno y al turismo internacional, que volvía a la Isla treinta y tantos alos después de que el castrismo lo hubiera condenado como una práctica sacrílega para la dignidad del país en sus relaciones con el mundo.





Foto:
facebook.com/carloscano


Texto:
J.J. Armas Marcelo
Así en La Habana como en el cielo





viernes, 2 de abril de 2010

Humanidad







Cuando yo tomo fotografías, hago muchas, no pienso, trabajo con mi estómago. Luego cojo las hojas de contactos y vuelvo una y otra vez sobre ellas ¿Cuál es buena? ¿Cuál no? ¿Qué busco? ¿Qué es juego limpio? ¿Qué es honesto, ético, moral? Desde ahí escojo las fotos intentando no olvidarme de mí mismo.
Transmitir mis sentimientos, todo gira en torno a las emociones y no al intelecto. No sé cómo definirlo. Humanidad podría ser la palabra, pero suena demasiado romántico...



Foto y texto:
Anders Petersen