jueves, 24 de junio de 2010

Giovanni






La última vez que estuve con Silvia en la playa fue a ocultarse entre los enebros para vestirse: la vi agachada, quitándose el bañador por las piernas, toda su piel quemada y bronceada. El pelo le tapaba la cara. La llamé, pero como lo hice en voz muy baja y el pelo le estorbaba, no me oyó. Fue la última vez, y aquel día no la había ni tocado. Luego nos fuimos y al día siguiente me dijo que no quería verme más. Entonces me quedé solo y durante varios días no comí sino fruta y sobras. Lo único que me apetecía era salir y andar.
Mientras caminaba no hacía más que preguntarme con quién podía estar Silvia. Muchos la deseaban. También me lo preguntaba de noche, cuando no podía dormir, y le decía cosas en voz baja, contra la almohada, como si estuviese a mi lado. “Silvia -le decía- , vuelve. ¿Qué te cuesta volver? Has estado tan poco conmigo. Tenemos que hacer juntos un montón de cosas. Vuelve.”





Foto: 
Eustachy Kossakowsky 



Texto: 
Cesare Pavese y Bianca Garufi
Camino de sangre




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