miércoles, 15 de septiembre de 2010

Honras fúnebres







La siguiente historia acontece en 1923 o 1924. Creo que el lugar en cuestión es Hamburgo. (…) En una de esas habitaciones de color rosa próximas al puerto, una prostituta llamada Marieta había muerto de repente de una pulmonía. El ucraniano Bandura, marinero y revolucionario, aseguraba que se había “consumido de amor”. No podía relacionar nada que fuera trivial con su cuerpo “divino” y, para colmo, la pulmonía era una “enfermedad burguesa”. “Se ha consumido como en una hoguera”, decía. Y a pesar de haber transcurrido casi cinco años desde el suceso en cuestión, la voz de Bandura se volvía ronca y sorda, como ahogada por un ataque de tos. Esto no era consecuencia del alcohol únicamente, si bien, a decir verdad, Bandura ya se había convertido por aquella época en una ruina, rechazado por los suyos, como los restos de un enorme barco encallado que se estuviera pudriendo en un bajío.




Foto:
Marcos Zimmermann



Texto:
Danilo Kis



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