martes, 28 de septiembre de 2010

Pensar






El viejo estaba ante el secreter. Era por la mañana. (Hacia las diez). Sobre esa hora siempre solía pensar. Muchos problemas y preocupaciones acuciaban al viejo, o sea, tenía en qué pensar.
Sin embargo, el viejo no pensaba en lo que debía pensar. No sabemos con precisión en qué pensaba. Se le notaba que pensaba, pero no se le veían los pensamientos. Tal vez ni siquiera pensaba. Pero, claro, era por la mañana (hacia las diez) y sobre esa hora se había acostumbrado a pensar. Había alcanzado tal rutina en el pensar que era capaz de aparentar pensamiento cuando ni siquiera pensaba, aunque también es posible que él mismo imaginara estar pensando. Esa era la verdad y no hay por qué embellecerla.




Foto:
Antoine D'Agata



Texto:
Imre Kertész

Fiasco


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