
Yo fui uno de los que se maravilló con la 191. De niño, cada fin de verano mi familia emprendía el viaje en tren desde Santiago de Chile a Buenos Aires. Era un largo viaje en el ferrocarril transandino que trepaba la cordillera de los Andes hasta alcanzar la primera gran parada en el paso de Cristo Redentor. A casi cuatro mil metros de altura todos bajábamos para cumplir con las formalidades de la aduana, y yo me estremecía ante el poder de unas palabras escritas sobre el granito: "Desaparecerán estas montañas antes que chilenos y argentinos rompan sus lazos de hermandad".

Fotos:
Daniel Mordzinski
Texto:
Luis Sepúlveda
Libro:
Últimas noticias del Sur
Daniel Mordzinski
Texto:
Luis Sepúlveda
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