Caminar
por Buenos Aires era una forma de conversar y una manera de cultivar
la amistad. Veíamos la ciudad como un paisaje escurridizo en el que
había que estar atento a sus personajes, a los objetos fortuitos en
los que si uno sabe mirar encuentra mil formas insólitas. Mi primera
aventura fue descubrir las perspectivas geométricas, las simetrías
y sombras que dibujaban las siluetas negras de hombres de espaldas,
aferrados a sus periódicos sin que se les moviera el sombrero.
Soy
fotógrafo. Mi obra, imagen óptica de lo real, transcrita por la
cámara y contenida en la imagen final, es testimonio de mi identidad
de autor: fragmento de la realidad, criatura de mi visión, ahora
liberada según su orden para vivir su vida propia.
Fotos y texto:
Horacio
Coppola
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