Daniel
había sido mi mejor amigo desde los primeros días en la universidad. Fuimos
inseparables en esos años remotos, cuando se fueron decantando casi sin que lo
percibiéramos nuestras vocaciones y con ello nuestra vidas: yo me incliné por
la psicología y luego la psicolingüística, y apenas salí de la facultad me casé
con una colega irresistible y estéril que enfermó de gravedad y murió dos año
más tarde, dejándome solo en una casa desconocida, con una colección de cartas
de amantes que la habían querido más que yo y sin fuerzas para construir otra
relación que no fuese pasajera más o menos anónima. A Daniel, que se abstuvo de
noviazgos juveniles, lo arrastraron casi de inmediato el estudio de la
historia, los libros y las antigüedades: pronto, se internó en un mundo de
lectores impacientes y febriles...
Foto 1:
Aline Smithson
Foto 2:
Chris Killip
Foto 3:
Christian Richter
Foto 4:
Olivier Menart
Texto:
Gustavo Faverón Patriau
El
Anticuario
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