El
timbre del teléfono me despierta pasada la una de la madrugada. Una llamada
telefónica en plena noche siempre resulta violenta. Es como si alguien
intentase destruir el mundo valiéndose de una brutal pieza metálica. Como
miembro del género humano, tengo la obligación de acallarlo. Así que me levanto
de la cama, voy a la salita de estar y descuelgo el auricular.
Una
voz grave de hombre me da un aviso: una mujer ha desaparecido para siempre de
este mundo. La voz pertenece al marido de la mujer. Por lo menos así se
presentó. Y me dijo algo: "Mi mujer se suicidó el miércoles de la semana
pasada y, en cualquier caso, pensé que debía comunicárselo"; eso me dijo. En cualquier caso. Su tono me pareció
desprovisto de todo sentimiento. Daba la impresión de que dictara un texto para
un telegrama. Apenas había silencio entre palabra y palabra. Un aviso puro y
duro. La verdad sin ornamentos. Punto.
Foto 1:
Alberto Adsuara
Foto 2:
Bruno De Cock
Foto 3:
Daniel Sax
Texto:
Haruki Murakami
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