domingo, 13 de septiembre de 2015

La lengua de los secretos











Invierno de 1930-31

Todos los niños lloran, excepto uno; y ese niño es mi padre. Martín Abrisqueta nació una madrugada de noviembre de mil novecientos veintitantos en un queso. Al menos eso fue lo que pensó cuando abrió los ojos y vio que buena parte del mundo que lo rodeaba estaba comido por agujeros, como los quesos de bola. La culpa la tenían los mayores, que se pasaban todo el día cavando aquí y allá y lo dejaban todo patas arriba. (...) Algunos niños del pueblo aseguraban que los mayores convertían las piedras en una cosa muy dura que se llama hierro y que vendían a los ingleses por un montón de dinero. (...) El queso se llamaba Arrigorriaga, y era un pueblo muy bonito que estaba envuelto en montañas mágicas llenas de secretos. Pero lo mejor era cuando llovía, pues las corrientes de óxido colorado que bajaban desde el tajo se mezclaban con el blanco de las casitas y el verde de los bosques, y entonces el mundo parecía pintado con acuarelas.














Foto 1:
Pablo Antolí

Foto 2:
Qiu

Foto 3:
Julien Nicolas

Foto 4:
Leo Cavallini



Texto:
Martin Abrisketa



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