Mientras usted lee este texto, el
fotógrafo Diego López está tomando unas 200 fotos a la vez. Lo que podría
parecer un imposible ejercicio de versatilidad es posible gracias a la técnica
fotográfica con la que trabaja, una mezcla de tecnología, artesanía,
paciencia y recolección. La técnica se llama solarigrafía y es posible trabajar en
centenares de imágenes al mismo tiempo porque cada una tarda 6 meses en
hacerse. O un año, o dos, o diez. Son fotografías de larguísima exposición en
la que los protagonistas son el paso del tiempo y el movimiento del sol en el
cielo. Comenzó como un proyecto para hablar de cuál es nuestra posición en la
Tierra, registrando para ello las variaciones del Sol sobre el horizonte que se
ven durante el año.
Para conseguirlo, utiliza un método que
mezcla las bases de la fotografía más primitiva con la última tecnología de
imagen. Él mismo fabrica las rudimentarias cámaras de fotos que captan las
imágenes, que consisten en un objeto cerrado con un papel fotográfico en el
interior y un pequeño agujero que deja entrar la luz. Trata de que pasen al menos
seis meses en su puesto, de un solsticio a otro, para así captar todo el
movimiento del sol en el cielo. Se trata por tanto de una combinación de
tecnología, astronomía y arte. Las cámaras se quedan en su puesto, trabajando,
hasta que meses después, vuelve a recogerlas. Cuando las lleva a casa y las abre,
es muy emocionante”, no solo por estar cerca de ver por fin el resultado, sino
porque es posible apreciar la huella que el tiempo ha dejado en la cámara: el
polvo, la tierra, el paso de los insectos en forma de nidos o telas de arañas...
Una vez en su casa, extrae el papel fotográfico y lo procesa con un escáner de
opacos para digitalizar el papel e invertir los colores del negativo. Ahí es
donde por fin da frutos la espera de tantos meses
Fotos:
Diego López Calvin
Texto:
Rocío P. Benavente
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