miércoles, 13 de enero de 2016

Principiando finales


















Y si la mentira fuese la verdad, porque esta se disfrazara en los confines de la tierra, almenara de nuestras almas en pasas, o porque las historias quisieran hacer verdad lo que no era. Y si la verdad fuese el espejo de la mentira, o su esencia, el altivo origen que ocultamos entre jacarandas, victorias y almendros. Y si la verdad fuese únicamente una palabra sin raigambre, sin ramas, sin hojas.
Solo una palabra que pretendiera ilusionar o combatir contra la realidad o contra la verdad de las mentiras. Como puro es el símil, la verdad y la mentira como poco comparten facsímil del existir. Del existir en conciencia y en materia, pues son dos caras de una misma moneda, acaso una doble moneda con la misma cara. Y si estuviéramos confundiendo la verdad y la mentira, la certeza con la sospecha, si fuese solo cuestión de lugar, mirada, perspectiva o composición; un mero empleo adjetival, pronominal, un sencillo proceder administrativo:
Mi verdad contra tu mentira, tu verdad contra la mía, y esa exquisita categoría de tus mentiras contra las mías. Y si ellas (Verdad y Mentira), no existieran o si lo fueran, estuviesen jugando con nosotros, o mejor aún, yo con ellas, porque en verdad la única pregunta que cabe, es: ¿y si tu maldita existencia solo fuese tu sagrada verdadera mentira?





















Fotos :
Yusuf Sevincli



Texto:
Alberto Torés




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