Vida y arte se convierten en
una unidad en este artista cuya vida dedicó a la búsqueda de sí mismo. La
cámara se convirtió en su propia prolongación, y los protagonistas de sus
imágenes en símbolo de su existencia. “Fotografío para detenerlo todo. Mi obra podría ser un tipo de venganza contra
el drama de vivir”.
Gozó de reconocimiento y fue
muy conocido en los 70 y 80. En 1992 se cayó y sufrió una conmoción cerebral
que le mantuvo en coma durante veinte años. Su obra desde su accidente hasta su
muerte no tuvo visibilidad. Su sobrino se hizo cargo y subsanó el limbo en el
que había permanecido la obra impidiendo su exhibición.
Consideraba a los artistas
seres egocéntricos. De ahí la importancia del autorretrato. Su actitud influida
por la tradición familiar y su carácter innovador marcaron su obra. Entre
dualidades: la melancolía y el humor, en ocasiones cínico; la fotografía y
la performance. Radical en muchos aspectos, también manipuló sus
imágenes con tinta y pintura, colaborando en gran medida a expandir el concepto
de la fotografía. Sin su cámara nunca fue capaz de ver.
Fotos:
Masahisa Fukase
Texto:
Gloria Crespo Maclennan
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