Te debía un poema,
te debía
estas palabras.
Pero, ¿cómo saldar la deuda
de cuanto tú me has dado
por medio de la sencilla y clara
fotografía
que me envías?
En ella se contempla una ladera
de Toscana
con cipreses y olivos que descienden
hacia un abismo azul;
una ladera -se podría decir- del paraíso,
pero que yo viví, viví, viví,
cuando era joven
y que ahora sólo ensueño
herido;
una ladera
por la que, desde entonces, al soñarla,
he ido descendiendo
hasta lo hondo del valle de la vida,
mientras me parecía
que olivos y cipreses, los jardines,
los borraba la niebla del tiempo.
Tan sólo es una fotografía,
y me he puesto a escribir estas pocas palabras,
y se han humedecido mis ojos,
y he pensado en que acaso estas lágrimas
sean, en realidad,
las palabras, las sílabas, las letras,
con las que yo deseo pagar esa deuda:
la de que me enviaste
un símbolo,
mi memoria de entonces
como un fuego de oro,
como un oro de fuego.
Foto 1:
Penny Wolin
Foto 2:
Albarrán & Cabrera
Poema:
Antonio Colinas


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