Para llegar hasta el fondo del callejón, los rayos del sol tienen que bajar verticalmente, rasando las paredes frías, separadas por los arcos que cruzan una franja de cielo de color azul cargado.
Bajan derechos los rayos de sol, rozando las ventanas distribuidas al azar, las viejas ollas con plantas de albahaca y orégano en los antepechos, las combinaciones tendidas en las cuerdas, hasta las gradas de cantos rodados, con una cuneta en el medio para la orina de las mulas.
Foto:
Kepa Castro
Kepa Castro
Texto:
Italo Calvino
Italo Calvino
El sendero de los nidos de araña
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