viernes, 8 de enero de 2010

Para Teresa








Las Navidades, como siempre, son para mi unas fiestas que me producen tristeza. Y no es porque me falten los seres queridos, pues afortunadamente los tengo. Es porque sin yo desearlo, vuelven cada año recuerdos infantiles que me llenan de tristeza: Veo la carita demacrada de Teresa con sus ojos negros relucientes como dos luceros, que diría mi madre, y siento el calor de sus manitas apretando con fuerza las mías, clavándome sus uñas en las palmas de mis manos hasta hacerme daño. Entonces, no supe interpretar lo que pedían sus ojos, lo que necesitaba para seguir viviendo. Quizá, si yo hubiese hecho lo que me pedía mi corazón, que era abrazarla y llenarla de besos, pero que no lo hice por timidez, ella hubiera muerto un poco más feliz.




Foto:
Tinypic.es


Texto:
Pilar Vicente
 



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