
De pequeña me asombraba la fotografía con su extraño  silencio. Encontré una de mi abuelo y me imaginaba todo tipo de  historias alrededor de su rostro. Era mi héroe. Más tarde me enteré de  cosas que derrumbaron el mito. Igual fue éste el origen de lo que hice  más tarde cuando comencé a trabajar con la realidad aparente de una foto  para contar mis propias historias.

Tenía que hacer carteles de obras de teatro, que aún no  se habían estrenado y fue a partir de ahí cuando empecé a interesarme en  la relación entre cuerpo y tiempo de una forma más espacial, saqué  de mi mochila el montón de fotos que había ido tomando a grupos teatrales y el póster  quedó tan estupendo que todas las compañías de cómicos  querían ser captados por mi cámara. 

La mayor parte de mi trabajo está relacionada con mi  entorno. La gente que llegó a Holanda no vino y se asentó sin más;  tuvimos que construir el espacio alrededor nuestro, porque el agua nos  rodea. Hemos adoptado el paisaje a nuestras necesidades. Con mis fotos  intento recrear mis impresiones sobre algunos paisajes. Son metáforas de  esas sensaciones. 

Inconscientemente siempre doy a mis fotos una dimensión de peligro. Algo que es, está y puede perderse para siempre.

Coreógrafos como Pina Bausch o Jan Fabre han tenido una influencia muy  importante sobre mi trabajo. Ellos me enseñaron cómo el cuerpo es un  medio de expresión. Son historias sin final, las cuento para que el  espectador pueda inventar las suyas.

Fotos y texto:
Ellen Kooi
Ellen Kooi
 
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