Siempre he estado obsesionada con el paso del tiempo y tengo un deseo vano en detenerlo. Este deseo nace del miedo a lo temporal, que es una visión aguda de la precariedad de la vida. La primera vez que cogí una cámara, mi motivación era escribir un diario de imágenes para que todos los momentos y recuerdos no desapareciesen. Me siento viva y no quiero olvidarlo. Estoy aquí y ahora, y no volverá a suceder.



El lugar y el tiempo han perdido su importancia, y las imágenes parecen crear su propio universo. Si me siento conectada con el exterior, con la gente a mi alrededor, parece que el mundo me lleva de nuevo a nuestra memoria y nuestra infancia, a un lugar infinitamente íntimo. En la soledad de esos momentos, el descubrimiento de los demás y de mí misma me empuja a escribir una historia como la que he experimentado emocionalmente, más allá de los lugares y momentos.


Fotos y texto:
Brigitte Grignet
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