
Vuelvo a mirar la fotografía. (…) Me fijo en el rostro de Heinz, y me gustaría descubrir en él algo de lo que acabo de contar. Pero no se ve nada. (…) En la fotografía no se aprecia nada. Si uno encontrara esa foto en algún lugar y no conociera a los retratados, todos conservarían su misterio. Mientras no hablen, sus ojos son los ojos de los animales, impenetrables. Y cuando alguien me mire a mí, ¿qué verá?. Lo mismo. Nada. O una interpretación que no responde a la realidad, sea cual sea. Quien mire la foto podría decir algo acerca de la edad de los retratados, de la ropa que llevan, de la moda y por tanto de la época, incluso podría decir algo del carácter de esas personas, pero todo cuanto diga no será sino una hipótesis, una conjetura. Literatura, si acaso, ficción. Somos nuestros secretos, y, en el mejor de los casos, nos los llevamos adonde nadie puede alcanzarlos.
Foto:
Ambroise Tezenas
Texto:
Cees Nooteboom
Los zorros vienen de noche
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