jueves, 4 de junio de 2015

El porqué de la naranjas
















A primera vista, aquí y ahora, uno pensaría que la realidad es un devenir caótico y anárquico. Si existe una lógica, se esconde tras una capa de banalidad tan gruesa que la hace invisible. Sin embargo, en algunos instantes puntuales, la vida se descuida y se revela; el autómata muestra sus entrañas y deja fugazmente en evidencia su mecanismo, la lógica del caos que nos lo explica todo. Son momentos efímeros que pasan desapercibidos e inmediatamente desaparecen.















Luego llegarán los sociólogos y los psicólogos, se elaborarán teorías económicas y estudios antropológicos. Se preguntarán ¿qué es el hombre? ¿qué es ser español? ¿cómo hemos llegado a esto? ¿existe el bien? ¿la moral? ¿un orden en las cosas? ¿tenemos salvación, remedio como pueblo? ¿como individuos? Trazarán hipótesis sin saber que muchas de esas preguntas han sido ya respondidas.




















En El porqué de la naranjas, el fotógrafo no documenta los síntomas superficiales de la realidad, sino que muestra lo no visible. Desde su entorno más inmediato, la región del Levante, desvela momentos efímeros que de otro modo pasarían desapercibidos. No es un retrato del Levante. Es un retrato del espíritu del Levante y por extensión del espíritu de la España de hoy. En la calle, se propone hacer visibles las leyes que regulan el universo. Emplea el paisaje a la manera de un laboratorio, un lugar en el que estos mecanismos se pueden manifestar libremente. 














Fotos:
Ricardo Cases


Texto:
Luis López Navarro



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