Los poemas de aire se mueren despacio;
demasiado ligeros para la página, demasiado débiles,
demasiado lejanos; lo que llamamos la luna,
las estrellas, el sol, se hunden en el mar o tras los árboles
en el límite del campo. La tumba de la luz está en todas partes.
demasiado ligeros para la página, demasiado débiles,
demasiado lejanos; lo que llamamos la luna,
las estrellas, el sol, se hunden en el mar o tras los árboles
en el límite del campo. La tumba de la luz está en todas partes.
Foto 1:
Manuel Sonseca
Foto
2:
Redon
Lévigne
Foto
3:
Faith
Strongheart
Foto
4:
Rinko
Kawauchi
Poema:
Mark Strand
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