En
cambio desde que destapas un cuenco de laca hasta que te lo llevas a la boca,
experimentas el placer de contemplar es sus profundidades oscuras un líquido
cuyo color apenas se distingue del color del continente y que se estanca,
silencioso, en el fondo. Imposible discernir la naturaleza de lo que hay en las
tinieblas del cuenco pero tu mano percibe una lenta oscilación fluida, una ligera
exudación que cubre los bordes del cuenco y que dice que hay un vapor y el
perfume que exhala dicho vapor ofrece un sutil anticipo del sabor del líquido
antes de que te llene la boca. ¡Qué placer ese instante! No resulta muy
exagerado afirmar que es un placer de naturaleza mística, con un ligero
saborcillo zen.
Esta
serie ha sido realizada con la
inspiración del libro del mismo nombre de Junichiro Tanizaki. Las
fotografías nos llevan a Japón, donde la belleza está en las sombras, donde lo
visible se revela por lo oculto. Su objetivo es ofrecernos un viaje por la
estética japonesa. Nos recuerda esos momentos fugaces en los que uno abre las
puertas correderas de papel, cuando el olor del arroz y los tatamis nos reciben, y los cuencos lacados
ofrecen en su profundidad el brillo de los ojos en la comida más sencilla.
Texto 1:
Junichiro Tanizaki
Fotos y texto 2:
Matthieu Zellweger
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