miércoles, 23 de marzo de 2011

Habitaciones



Las habitaciones son el alma de la gente. La gente duerme a resguardo de inclemencias y congéneres entre las cuatro paredes de su alma. Cuando la gente es pobre y no tiene casa, su alma consiste en un banco público o en una yacija de cartón. Si quieres conocer bien a una persona asómate a su habitación. La colcha de plumas, las prendas tiradas, el póster de Monet, el crucifijo, las fotos y medicamentos sobre la mesilla, los libros en los anaqueles, los barrotes en la ventana, nos dan el reflejo exacto de su personalidad, sus sueños y sus circunstancias particulares. No encerramos un alma; un alma de tantos y cuantos metros cuadrados nos encierra. A ella nos acogemos para ajetrearnos y descansar, para gozar y sufrir, para ensayar a diario, bajo una manta, las posturas corporales de los muertos. Deberíamos rezar por el descanso eterno de las habitaciones.


Texto:
Fernando Aramburu

Foto:
Michelle Kloehn



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