sábado, 16 de abril de 2011

Para que las mujeres me amen





Invoqué la maldición hace medio siglo. Esta define mi vida desde que cumplí diez años. Los resultados casi inmediatos me han mantenido en un diálogo y una reparación casi continuos. Escribo historias para consolarla a Ella como fantasma. Ella es ubicua y nunca familiar. Otras mujeres se presentan en carne y hueso. Tienen sus propias historias. El contacto con ellas me ha salvado en grados variables y me ha permitido sobrevivir a mi apetito y mi ambición desordenados. Han soportado mi imprudencia temeraria y mi depredación. Yo he resistido sus reproches. Mis dotes de narrador son profundas e impermeables a críticas y tienen su origen en el momento en que deseé verla muerta y decreté su asesinato. Las mujeres me dan el mundo y lo mantienen tenuamente seguro para mí. (...) La historia de ellas debe eclipsar la de Ella en volumen y contenido. Debo honrarlas y distinguirlas de Ella.



Foto:
Prince Mann

Texto:
James Ellroy
A la caza de la mujer



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